En respuesta a su prosa
Pintura de Lao Tse, recuperado de: https://ar.pinterest.com/pin/115615915416062592/
Lo que dijiste es cierto, vocecita de mujer:
siempre admiré la solemnidad de Confucio y la templanza de Lao Tse. Por
ejemplo, si resulta que venís a casa un sábado o un domingo, siempre voy a
buscarte con los labios llenos de palabras bellas que saltan en mi
boca, brotando alegres y desesperadas por la necesidad de ser libres y terminar
habitando tus oídos.
Después de todo, Confucio no es difícil de
explicar. Entonces, si venís a casa, dependiendo de la hora, puedo juntar todo
el deseo de verte que tuve en los días previos a tu llegada, para preparar un
café hecho de tu ausencia; pero mientras, vos tenés que estar sentada en la
silla almohadillada más cómoda de casa, conversando alegremente con mamá,
evitando aburrirte mientras mezclo el sentimiento de no verte por más de un
día, con un poco café y azúcar. En resumen, siempre debo tener para vos toda la
cortesía que pueda imaginar.
Respecto a Lao Tse, sabemos que el asunto es más complejo. Pero si debo mencionar algo, tiene que ser el silencio y la naturaleza como forma de sabiduría. Por ejemplo, cuando soy capaz de mirar tu rostro por unos segundos, sin decir absolutamente nada, sin arruinar la hermosa unión entre tu rostro y la nada. Y otro punto es lo mucho que me gusta estar callado con una sonrisa, escuchándote decir lo que sea que estés diciendo. También suelo pensar en todo lo que tuvo que acontecer para el fenómeno de tu nacimiento, relacionado al concepto taoísta de la naturaleza, que busca que el hombre aprenda de ella y se fusionen… tal vez de una forma parecida al modo en que vos y yo solemos fundirnos en abrazos.
Milson De Jesús Goody Caballero
Comentarios
Publicar un comentario