LA CIGARRA NACIONALISTA
(Antifábula de La cigarra y la hormiga)
Febrero
estaba en sus últimos días, y agonizaba lentamente a la vez que marzo estiraba
sus músculos para sustituirle. A la pequeña Hormiga, los meses no le causaban
molestia o alegría, por dos razones: no tenía calendario, y no cobraba de
manera mensual. Ella solamente trabajaba y trabajaba. Trabajaba como negra,
pelirroja o rubia, no le importaba, ella se rompía las patas como los
algodoneros del sur de los Estados Unidos en el siglo XIX y, aunque no sudaba,
dada su naturaleza, simplemente se derretía un poco, a veces, tras la travesura de algún mita`i.
Una
conocida de la Hormiga, la Cigarra, se pasó febrero y muchos meses más,
cantando y gritando y arañando su guitarra y tomando y riendo cantando o
cantando mientras lloraba. Se pasaba en las plazas tocando 13 Tuyuti y otras
epopeyas Emilianore. Pero como la alegría tiene límites, al igual que el
sufrimiento, la Cigarra ya no pudo cantar un día, de tanto frío que julio, como
de costumbre, trajo.
Fue
a casa de Hormiga, con quien apenas tenía amistad.
–¿Qué tal?, yo sé que
vos sos de buen corazón, Hormiga. Además, desde el parque se huele el cocido
que hiciste –dijo Cigarra.
–Esperá...
Todas las mañanas te veo en la Plaza Uruguaya, acostado ahí como un haragán,
mientras yo voy en el 56 a mi trabajo; no vengas ahora con carita de cigarra
triste y seca de frío, che ra`a –respondió la Hormiga, molesta, ofendida.
La Cigarra tenia alma bohemia y orgullosa, por lo que se iba a ir sin siquiera
responder. La Hormiga, que veía a Cigarra, de espaldas, con su guitarra,
comenzó a recordar a su papá, con quien solía cantar guaranias y polcas en las
tardes de invierno. En esa resignación de la Cigarra, en su espalda, en esa
despedida sin palabras, vinieron a su mente las patitas viejas y arrugadas de
su papá, y esas patitas trajeron melodías y cantos de guerra, y esos cantos de
guerras trajeron consigo la historia de su propia patria… esa patria que era tanto
de Hormiga como de Cigarra.
–Nde, Cigarra,
¿te sabés alguna de Manuel Ortiz Guerrero? ¿Panambi vera o India?
–Claro
que sí, Hormiga, yo soy un paraguayo.
–Rehasa upéicharõ, hermano.
Desde entonces, se cuenta que por esta razón las cigarras no se dejan escuchar en invierno, como también es por eso que hay pocas hormigas en julio y agosto. Dicen que andan haciendo peñas, mientras cantan guaranias y toman cocido en casa de la Hormiga.
Desde entonces, se cuenta que por esta razón las cigarras no se dejan escuchar en invierno, como también es por eso que hay pocas hormigas en julio y agosto. Dicen que andan haciendo peñas, mientras cantan guaranias y toman cocido en casa de la Hormiga.
Milson De Jesús Godoy Caballero
Posible moraleja: El arte no debe ser
subestimada, porque puede darnos amigos, siempre, y de comer, a veces.
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